El 20 de Mayo pero del 1897, Muere en Puerto Plata el General Gregorio Luperón. Está catalogado como la espada más brillante y el más fiel continuador del ideal duartiano y trinitario en la Guerra De La Restauración y de los seis años contra el presidente Buenaventura Báez quién intentó anexar el país a los Estados Unidos.
EL ORIGEN DE UN PATRIOTA
A los 18 años se incorporó a la revolución de 1857 contra Buenaventura Báez, tomando parte de los combates en Samaná. A los 20 años se estableció como un pequeño comerciante en Sabaneta de Yásica.
Teniendo Luperón la edad de 22 años, el General Pedro Santana, líder de la facción de los terratenientes y hateros, que había sido militar y primer presidente de la República, produce la llamada anexión a España (1861-1865), con lo cual logró que la monarquía española le concediera el título nobiliario de marqués de Las Carreras.
Luperón formaba parte del grupo de dominicanos que se rebelan en contra de este hecho. No firmó la copia del manifiesto de respaldo a la anexión por lo que fue perseguido por el jefe de Puerto Plata Juan Suero. Como producto de su rebeldía, es hecho prisionero. Logra escaparse, y se va al exilio a Haití, Estados Unidos y Curazao.
Al tiempo, regresa en forma clandestina por Montecristi, y toma parte en el Levantamiento de Sabaneta encabezado por Lucas de Peña en febrero de 1863, y fue encargado de extender las operaciones de la rebelión hacia San José de las Matas. El movimiento fue derrotado por el Coronel de las reservas españolas José María Checo, quien más tarde pasó al lado de los restauradores. El levantamiento fracasa debido a que todavía la gran porción de la población tenía actitudes neutrales o favorables hacia la anexión.
Tras una primera derrota se retira a las montañas y desde La Vega, forma contacto con otros patriotas, y espera que volvieran a madurar condiciones para la revolución
GUERRA DE LA RESTAURACIÓN
Después del llamado Grito de Capotillo en la provincia de Dajabón el 16 de agosto del 1863 encabezado por Santiago Rodríguez y 14 hombres más, a Luperón le tocó tomar iniciativas en Moca y La Vega valiéndose de su rango de general.
Tan pronto le fue posible, se incorporó a las operaciones de Santiago donde quedó al mando del comandante en jefe de la guerra restauradora, el general Gaspar Polanco, quien había sido designado como tal por el consejo formado por Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción y José Antonio Salcedo (Pepillo), por su antigüedad en el ejército de la primera república. Desde su puesto, hostiliza a los españoles el 6 de septiembre en la Batalla de Santiago.
Luperón Fue un hombre de un fuerte sentido patriótico y de gran valor en el uso de las armas y las estrategias de guerra. Por estos méritos, cuando se supo que Pedro Santana pretendía invadir el Cibao, se le designa Jefe Superior de Operaciones en las provincias del sur y del este. En Santo Domingo, se bate de frente al ejército español, que era comandado por Pedro Santana, por entonces Marqués de Las Carreras. Pese a ser poderoso y disciplinado, el ejército español fue derrotado en una estrategia de guerra de guerrillas, debido esto a la inferioridad en número y en calidad de medios por parte de los rebeldes.
Luego reforzó las operaciones de Baní y San Cristóbal donde expulsó a los anexionistas. Retornó a Santiago, donde apoyó sin reservas el gobierno de Gaspar Polanco, a pesar de haberse negado a participar en el movimiento que derrocó a Salcedo, ya que entendía que bajo el gobierno de Polanco la guerra restauradora recuperaría el vigor que había perdido durante el gobierno de Salcedo.
VISIÓN DE GREGORIO LUPERÓN AL IDEAL DUARTIANO
Hurgar en las páginas de la historia nacional y del pensamiento social dominicano es llenarse de fervor hacia Juan Pablo Duarte, pues los grandes, los honorables, los liberales, los democráticos, los éticos de la política criolla tienen el debido respeto al Patricio Mayor. E igual los hombres de espada y cinco estrellas:Gregorio Luperón, Máximo Gómez, Manolo Tavárez Justo y Francisco Alberto Caamaño.
En los escritos de Luperón, el prócer de la 2da República Decía:
“Hoy, un noble grupo de patriotas solicita el concurso de todos los buenos dominicanos para levantar una estatua a la imperecedera memoria del ínclito fundador de la segunda República, General Don Juan Pablo Duarte. Ese acto de gratitud nacional y de valeroso patriotismo en medio de una tiranía espantosa, nos llena de aliento porque se ve que hay algunos que honran la patria todavía, cuando hay tantos que la deshonran, y nos deja creer que la llama del patriotismo arde siempre vigorosa en el heroico espíritu de una parte del pueblo, y su habilidad y valor le harán seguir infatigable luchando por la libertad e independencia de la nación”.“En medio de tantas desventuras nos consuela la idea de que un país que tiene todavía patriotas como los que forman la junta para la erección de la estatua a Duarte, no puede estar perdido”.
Gregorio Luperón, el 11 de diciembre del año 1875, en una sesión de la Sociedad Liga de la Paz en Puerto Plata, según el historiador Santiago Castro Ventura, en su libro Duarte en la proa de la Historia, Pág. 250, dijo:
“…ayudándonos en lo que puedan contribuyan a hacernos menos difícil la muy importante y meritoria empresa de poder volver al seno de su querida Patria, al general Juan Pablo Duarte, benemeritísimo patriota, Padre de la Patria y Mártir de todas nuestras contiendas; hombre en fin, que después de haber dado vida a nuestra nacionalidad, recibió por premió a sus nobles afanes la expulsión del suelo nativo…”.
Cuando el General Gregorio Luperón dice de Duarte que es “Padre de la Patria” no hay nada más que buscar ni argumentar, pues está señalando el camino cierto del patriotismo, la abnegación y la entrega más absoluta a la causa de su pueblo.
Y el Goteo Duartiano tiene que inundar los corazones de la JUVENTUD para asumir ese compromiso sagrado con la patria, último consuelo del patricio de llevarse a la tumba la seguridad de que su obra tendría siempre continuadores.
Y como anoté en una entrega anterior:
“Si no hay jóvenes con vocación de patria, entonces ésta languidece hasta morir, sin más gloria que la historia del parto. Los padres tienen el deber moral de educar a sus hijos en el amor patrio”.
BIBLIOGRAFÍA
Periódico la Patria
YEFRI RIVERA DUVERGE
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