Y DE REPENTE TODO CERRÓ una reflexión cristiana que nos invita a ser pacientes en los momentos de crisis.
Se cerró todo, pero de pronto nos hemos abierto a un nuevo despertar. Atrás han quedado los sermones que poco tienen que ver con lo transcendental, el perdón de los pecados, la salvación del alma, la venida de Cristo, la vida eterna.
Los seres humanos hemos sido consciente de que vivimos en un cuerpo que perece, con un espíritu prestado y un alma eterna. Y hemos comenzado a abrazar las verdades de Cristo que nos enseña que la vida es más que alimentos, que el cuerpo es más que el vestido, que donde quiera que esté tu tesoro, ahí estará también tu corazón, que por más que te preocupes no añadirás ni un centímetro a tu estatura y que de nada sirve afanarse porque si Dios tiene el cuidado de las aves, también tiene cuidado de ti.
Que tengas esperanza pero que no te engañes, puesto que para los que aman a Dios y son llamados conforme a su propósito, todas las cosas ayudan a bien. Así que, si vivimos, para él vivimos… y si morimos, para él morimos también.
Felizmente hemos comenzado a entender de una vez y por todas que si nuestras esperanzas en la promesa de Dios son solamente para las cosas de esta vida, damos pena y lastima, pues de ser así como dice la biblia somos los más dignos de misericordia.
Todo está Cerrado… pero el corazón de la gente está abierto. Aunque encerrados en sus casas levantan sus manos, doblan sus rodillas, cantan con entusiasmo las alabanzas que en el pasado reciente solían ignorar. Dios es bueno, aun en esta horrible tempestad está trabajando y allí donde abunda el pecado y el sufrimiento, hoy sobreabunda la gracia y la bondad.
Todo está cerrado… pero ahora con el corazón abierto quiero decirte: HAY ESPERANZA. Esto no es el final, esto es apena el inicio de una serie de acontecimientos que transformarán al mundo de manera dramática, pero no es el final.
Muy pronto si Dios quiere, saldremos a la calle, nos encontraremos con el amigo y esta a vez a menos de un metro lo saludaremos con un gran abrazo.
Por el momento hagamos todo lo que sea necesario para ayudar, sin que sepa la mano derecha lo que hace la izquierda, pero tampoco con la hipocresía de estar ocultos, porque una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Por el momento hagamos todo lo que sea necesario para ayudar, sin que sepa la mano derecha lo que hace la izquierda, pero tampoco con la hipocresía de estar ocultos, porque una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
No es el final, las puertas se abrirán, abrirá el negocio, abrirá el parque, abrirán las calles, abrirán los aeropuertos y abrirán las puertas de los edificios adornados donde se reúne el cuerpo de Cristo para celebrar una vez más como la iglesia que le espera.
Mi querido amigo cuando esas puertas se abran, yo te espero.
Yefri Rivera Duvergé
Síguenos en las Redes Sociales dando CLIC